sábado, 28 de junio de 2008

EL COMENTARIO DE TEXTO EN LA PRUEBA DE HABILIDADES COMUNICATIVAS

La prueba de habilidades comunicativas del área de Comunicación se compone de tres partes:

a. Expresión y comprensión oral.

b. Comprensión lectora.

c. Producción de textos.

La segunda parte, la comprensión lectora (el análisis de texto), consta a su vez de dos partes en las que se evaluará:

1. Capacidad de síntesis y análisis del contenido del texto.

Para ello se pide:

a. Indicar el tema y la organización de las ideas del texto.

b. Escribir un resumen.

2. Comentario crítico sobre el contenido del texto.

En esta parte se solicita el enjuiciamiento y valoración del contenido del texto, así como su

opinión sobre el tema.

La valoración del análisis del texto asciende a diez puntos de los veinte totales de la prueba de habilidades comunicativas. Estos diez puntos se distribuyen de la siguiente manera:

2 puntos para el resumen;

3 para la enunciación del tema y la descripción de la estructura;

5 puntos para el comentario crítico.

La calificación del ejercicio valorará el contenido y la expresión, teniendo en cuenta respecto a la expresión:

La corrección gramatical (ortografía, signos de puntuación...)

La precisión y claridad en la expresión

El orden y la coherencia en la expresión (estructura del texto, adecuación a las cuestiones o

temas propuestos...)

La riqueza de estilo (variedad, fluidez...)

El principal problema a la hora de realizar el ejercicio de comentario de texto se encuentra en el método a seguir. Sobre todo, el alumno debe evitar confiar en la “inspiración” o en “a ver qué se me ocurre” y, por tanto, debe seguir una serie de pasos que le ayuden. Para lograr un resultado óptimo, debemos partir de una fase previa: la lectura del texto.

LA LECTURA DEL TEXTO

La lectura es la base de un buen comentario de texto porque de ella depende que comprendamos el texto en su totalidad. No basta con leerlo una sola vez ni con leerlo repetidamente “a ver si nos enteramos”. Te proponemos una sucesión de lecturas sistemáticas:

1. Lectura comprensiva: el objetivo es conseguir una visión global del texto.

En esta fase debemos limitarnos a entender la superficie del texto. Para ello indagaremos en el significado de las palabras y la comprensión de los conceptos utilizados.

2. Lectura analítica: ahora debemos arañar la superficie del texto y ver qué hay debajo, para descubrir el hilo conductor y las ideas claves del texto. Para ello debemos:

a. Subrayar todo lo que se considere importante y distinguir lo esencial.

b. Escribir al margen resúmenes de distintas partes, párrafos o grupos de párrafos.

De esta lectura debemos deducir de qué habla el texto y bajo qué enfoque, es decir, el tema. Después reconstruiremos la estructura en que se apoya lo subrayado: dividiremos en partes indicando las ideas fundamentales y las secundarias, pensaremos en la conexión entre las distintas ideas principales y las secundarias entre sí. De esta lectura deduciremos la progresión temática: a dónde quiere llegar el autor y qué camino utiliza para llevarnos allá.

3. Lectura crítica: comprender el texto supone incorporarlo a nuestros conocimientos anteriores, incluso con el riesgo de que éstos se modifiquen, se cuestionen o bien se refuercen. Al principio, este proceso de incorporación del texto a nuestro conocimiento del mundo se produce inconsciente e involuntariamente. Para hacer consciente la comprensión profunda del texto, debemos respondernos a ciertas cuestiones:

a. Relativas al texto:

¿A qué discurso pertenece, periodístico, judicial, literario, etc.?,

¿Quiénes son sus destinatarios?, ¿qué opiniones espera que compartan sus destinatarios;

¿Qué opiniones critica o espera modificar?

b. Relativas al mundo:

¿En qué condiciones o circunstancias históricas se redacta?,

¿Es polémico o conformista con la visión del mundo comúnmente aceptada?,

¿A qué hechos o noticias recientes se refiere?,

¿Es un tema de actualidad candente o un tema siempre debatido por los seres humanos?,

¿Parte de unos valores políticos o éticos presupuestos?

¿Es el autor un especialista en el tema propuesto? ...

c. Las respuestas a estas preguntas también nos implican en el texto:

¿Me afecta el tema del texto?,

¿En qué medida se dirige a mí?,

¿Comparto sus opiniones?, en ese caso ¿total o parcialmente?,

¿Me sorprende la crítica que propone?, ¿por qué?,

¿Puedo aceptar sus principios?,

¿Polemiza con mis principios políticos o éticos?,

¿Qué argumentos hubiese utilizado yo de escribir este texto?

¿Qué argumentos se le pueden objetar?....

EL TEMA

Definir el tema tratado en el texto es el primer ejercicio de síntesis que debemos realizar. El tema es un elemento que proporciona coherencia al texto. Cada una de las partes del texto debe referirse explícita o implícitamente al tema propuesto.

Sin embargo, no debemos pensar que el tema se puede definir con una sola palabra, un sustantivo. La coherencia del texto viene proporcionada por el asunto objeto del tema y por su tratamiento. Por tanto, al definir el tema, debemos indicar no sólo de qué se habla, sino también bajo qué enfoque. Así pues, el tema se definirá refiriendo:

a. El objeto de estudio, es decir, de qué habla.

b. La parte concreta analizada, es decir, de qué aspecto.

c. Su relación, conflictiva o no, con alguna otra parte de la realidad humana, es decir, en relación

con qué.

Fíjate en que el tema así planteado nos ofrece una panorámica de la que será su progresión temática, de tal modo que podremos intuir la estructura. Es como un primer indicador de dirección, ruta y destino para un viaje.

Debemos tener mucho cuidado, pues esto no significa indicar en el tema la subjetividad del emisor ni las conclusiones u opiniones expuestas. Tampoco debemos confundir el tema con un posible título para el texto. El título de un texto busca tan sólo atraer la atención de los lectores, provocar su sorpresa o interés. Es más, el título puede en ocasiones confundirnos y no debemos dejarnos llevar por él para determinar el tema de un texto.

Es preferible indicar el tema con un sintagma nominal complejo, evitando expresarlo con una oración o con una sola palabra. El tema puede ser definido por dos estudiantes con palabras diferentes, bien porque se destaquen un matices diferentes, bien porque se defina de una manera más general o más precisa, bien porque utilicen léxicos diferentes.

LA ESTRUCTURA DEL TEXTO

La descripción de la estructura del texto es un ejercicio en el que demostramos no solo nuestra comprensión del texto y de las relaciones entre sus partes, sino también nuestra capacidad de síntesis al extraer las ideas principales y las secundarias. Una vez realizadas las actividades de lectura, subrayado y definición del tema del texto, se necesita volcar esta información en una estructura.

La estructura del texto se muestra a través de un esquema. Éste ordena las ideas de un texto, refleja de un golpe de vista la estructura general y facilita el recuerdo, la comprensión y el aprendizaje. Para elaborar el esquema debemos:

a. Dividir el texto en partes pequeñas que compartan un mismo punto en el desarrollo temático.

b. Reconocer las estructuras textuales y la función que cumple cada una de las partes indicadas: la estructura descriptiva (nombre, definición, partes y características) narrativa (personajes, acciones, cronología, comienzo, desarrollo, desenlace) expositiva (definición, explicación, partes, causas, consecuencias, características, ejemplos) o argumentativa (tesis, argumentos, contraargumentos, refutaciones, conclusiones).

c. Reducir a conceptos o palabras claves cada una de las partes en que hemos dividido el texto. Estas palabras pueden aparecer en el texto y las subrayamos o puede que tengamos que deducirlas nosotros mismos. Entonces debemos escribirlas al margen de cada parte. Estas palabras o conceptos claves serán las ideas principales desarrolladas en cada una de las partes. Es el momento de indicar la función de cada parte en la estructura textual. La división en partes y la definición de las ideas principales nos proporcionan la estructura básica del texto.

d. Dentro de cada parte veremos cómo la idea principal se reelabora en otras ideas secundarias. Además tanto la idea principal como las secundarias se concretan en una serie de datos o ejemplos que también señalaremos.

e. Finalmente, debemos dibujar la estructura en un esquema que reproduzca la linealidad del texto, la función, idea principal, ideas secundarias y datos o ejemplos concretos de cada parte.

No debemos abusar de expresiones como “Desde tal palabra hasta tal otra” ni “Desde la línea tal hasta la línea cual” pues no aportan claridad ¡ni el profesor es un ordenador!

El dibujo del esquema puede adoptar la forma de árbol invertido, porque primero aparece la raíz, el tema, y después el tronco o ideas principales y finalmente las ramas o ideas secundarias. Otra forma es el esquema radial porque la palabra clave se coloca en el centro del esquema y las ideas principales y secundarias se unen por medio de flechas.

También podemos utilizar los sistemas más “clásicos” de llaves o de números y letras.

EL RESUMEN

Una vez definidos el tema y la estructura del texto, estamos en condiciones óptimas para redactar el resumen. Respecto a esta actividad, los profesores nos comportamos como si fuese muy elemental y se da por sabida, pero los alumnos la temen como si se tratara de un ejercicio extraordinario, difícil y de técnica desconocida. Ni lo uno, ni lo otro.

Efectivamente, el resumen está permanentemente en nuestras actividades cotidianas, lo practicamos cada vez que contamos el argumento de una novela, una noticia, explicamos nuestras convicciones sobre alguna cuestión o explicamos las opiniones ajenas. Es decir, a menudo en nuestras actividades diarias utilizamos diferentes textos, pero no en su integridad, sino a través de un resumen. Pero también es verdad que el resumen escrito de un texto complejo requiere unas habilidades y una preparación específica.

¿Qué es resumir?

Resumir es construir un nuevo texto que sustituye a otro conservando su información y su organización textual. Por eso, resumir es solo posible si se ha comprendido y analizado el texto en cuestión. Un resumen es una especie de mapa que nos permite movernos por el texto ausente, conservando la información esencial y proporcionando un hueco por si quisiéramos dar cabida a la información omitida. El resumen debe representar, no reproducir, con fidelidad el texto, de tal manera que la información que hemos omitido, pudiésemos asociarla a algún fragmento del resumen.

El resumen también debe recoger el aspecto pragmático del texto, es decir, identificar el autor, el texto en concreto, el tipo de mensaje y su intención comunicativa.

¿Qué hace el autor con el texto? Esta parte debe ser el inicio de nuestro resumen y hace que cualquier lector identifique inmediatamente nuestro texto como un resumen.

Inmediatamente después debe aparecer la información sobre el contenido: el objetivo del texto y las informaciones principales y secundarias. Para esta parte podemos usar la información detallada en la estructura. Finalmente, el resumen debe ser coherente, es decir, tener los debidos mecanismos de coherencia textual: conectores, sinonimia, correferencias, repeticiones, etc., de modo que cada oración del resumen deje clara su relación con las oraciones anteriores.

En el resumen, la búsqueda de la brevedad hace que omitamos información porque se da por “sabida” por el lector, sin darnos cuenta de que es necesaria para la correcta comprensión del resumen. Debemos, por tanto, explicitar y concretar los hechos y circunstancias a que se refiere el autor sin dar nada por sabido o presupuesto.

Resumir consiste en cuatro operaciones fundamentales: omitir, seleccionar, generalizar y construir:

a.) Omitir todo lo que no tenga función en la estructura: situaciones anecdóticas, aspectos casuales

o episódicos. Son datos sin importancia en el diseño general del texto.

b.) Seleccionar consiste en mantener la parte del texto que recoja lo esencial. La selección consiste

en reescribir el enunciado que implica los otros. ¡Pero mucho cuidado con repetir y copiar las

frases del texto! El resumen debe consistir en todo momento en un nuevo texto construido

totalmente por nosotros.

c.) Generalizar consiste en redactar el caso general que engloba los casos concretos que aparezcan

en el texto.

d.) Construir: a veces el texto original omite información porque su autor espera que los lectores la

deduzcamos. En este caso debemos reconstruir esa información que relaciona acciones o hechos

que aparecen en el texto original.

Resumir es construir un nuevo texto pero utilizando selecciones, omisiones y generalizaciones, de ahí que el resultado no conserve apenas las palabras literales del texto.

Debemos comprobar que el resultado de estas operaciones posea las siguientes características:

1. Brevedad: el resumen condensa y reduce sin dejar atrás ningún dato importante pero sin enunciar datos accesorios, pues eso significa darles una importancia que no poseen en el texto.

2. Objetividad: no se debe tergiversar el sentido del texto ni utilizar términos equívocos o inexactos. Tampoco se deben dar valoraciones personales que distorsionen lo expresado en el texto.

3. Textualidad: el resumen es un texto breve pero completo. Se debe evitar tanto hacer resúmenes esquemáticos como seguir linealmente la sucesión de ideas del texto. Es aconsejable no tener delante el texto al hacer el resumen y seguir nuestro propio orden de exposición.

4. Personalidad: no se debe imitar el estilo del texto resumido. Se debe utilizar un tono y estilo neutro con nuestras propias palabras. Si el autor ha utilizado un estilo concreto con una intención significativa, debemos hacer referencia a este estilo al principio o al final del resumen, nunca en medio. Este es el caso de la ironía, la vehemencia, la hipérbole, la alusión directa al lector, etc. Sin embargo, si un estilo determinado es el esperado en ese tipo de texto o, sencillamente, es el fruto de una redacción esmerada, no debemos hacer alusión a él en el resumen. Por ejemplo, el tono serio y solemne de la Constitución no es significativo pues es el esperado en ese tipo de textos y, por tanto, no se debe indicar en un resumen. No copies nunca partes del texto.

Cada lector resume de manera distinta: primero, porque los estilos son diferentes; segundo, porque como dijimos acerca del tema, las percepciones también difieren. Sin embargo, no puede haber dos resúmenes tan diferentes que pensemos que corresponden a textos originales diferentes.

EL COMENTARIO CRÍTICO DEL TEXTO

Con el comentario crítico se pretende valorar nuestra capacidad de creación y redacción de textos personales, coherentes y correctos estilística, gramatical y ortográficamente. También es una forma de comprobar que hemos comprendido profundamente el texto comentado.

“Comprender profundamente” significa no solo comprender “la letra”, sino también que comprendemos el mundo al que se refiere, las ideas que subyacen, las personas a las que se dirige, lo que quiere lograr de estas personas, de qué quiere convencerlas y para qué, es decir, su intención comunicativa. Observa que estas preguntas debemos hacérnoslas durante la lectura crítica.

Comentar implica, por tanto, “explicar el texto”. Para explicar el texto, debemos suponer que existen receptores para los que es totalmente ininteligible porque no conocen el mundo al que se refiere, ni las ideas que lo sustentan ni se imaginan qué cambio espera provocar en sus receptores. Cuando expliquemos el texto, debemos tener en mente a este receptor tan ignorante (¡aunque se trate del señor profesor!).

“Comprender profundamente” también significa que el texto provoca una respuesta en nosotros no como estudiantes, sino como ciudadanos. El texto propone ideas que coinciden, difieren o modifican nuestros conocimientos y opiniones previas sobre el tema.

Hemos visto que el autor posee unas determinadas intenciones comunicativas que se satisfacen, en alguna medida, en nosotros. El comentario es nuestra respuesta como receptores al mensaje enviado por el autor.

Comentar implica también, por tanto, “responder al autor del texto”, entablar un diálogo. Dialogar con alguien nos obliga a partir desde el punto donde lo dejó nuestro interlocutor (el autor, en nuestro caso), a apoyar o criticar las ideas defendidas por éste, a derivar nuestras propias consecuencias si apoyamos sus conclusiones, y a deducir nuestras propias conclusiones y consecuencias si es que criticamos las del autor.

Varios son los problemas con los que el estudiante se enfrenta al abordar el comentario crítico:

1. Falta de juicio previo o de opiniones formadas sobre el tema propuesto.

Efectivamente, por la juventud y variedad de intereses nadie espera que el estudiante opine con profundidad sobre todos los temas posibles. Sin embargo, si el alumno percibe que el texto provoca su asentimiento, rechazo o, por qué no, su sorpresa, entonces, eso se debe a que el texto ha dado con algún conocimiento o experiencia previa que le puede servir para desarrollar el comentario. Incluso, aunque esto no ocurriera, el alumno debe tener claro que el texto propuesto ya es un objeto por sí solo comentable desde criterios más objetivos. De todos modos, estar al día de la actualidad periodística, leer artículos de opinión y estar atentos a los debates sociales son una gran ayuda no solo para responder a un comentario crítico, sino especialmente para madurar como personas y ciudadanos responsables.

2. Temor a no expresar la opinión correcta o acertada. No existen respuestas fallidas ni acertadas en un comentario crítico, pues todas las opiniones son válidas.

Solo se va a evaluar que el comentario se atañe al texto comentado, que se expone las ideas propias coherentemente y que el estilo y la redacción son correctos.

3. Comprensión parcial o incompleta de lo expuesto en el texto. No es necesario comprender el texto en su totalidad. La comprensión de las ideas principales y el reconocimiento del tema, de las tesis y de las consecuencias propuestas por el autor son suficientes para la elaboración de un comentario crítico.

4. Falta de conciencia de por qué está a favor o no de lo expuesto. Nuestra primera respuesta es siempre intuitiva. Para hacerla consciente debemos proceder a una lectura crítica. Esto implica leer preguntándonos acerca de las condiciones de verdad o falsedad de cada una de las partes del texto y de los argumentos utilizados por el autor y respondiéndonos qué pensamos nosotros al respecto. De esta lectura crítica extraeremos los argumentos que manejamos para la explicación y defensa de nuestras opiniones respecto al texto.

5. Hábito de reproducción de textos “estudiados”, es decir, memorizados. Los exámenes nos obligan a reproducir de memoria no solo unos datos o conceptos, sino también la estructura en que están ordenados para su enunciación. Esta práctica “atrofia” nuestra capacidad de crear textos propios con contenidos académicos.

Debemos, por tanto, ser conscientes de esta deficiencia y cambiar de mentalidad a la hora de redactar el comentario crítico, pues no es un “examen” tradicional.

6. Excesiva confianza en la inspiración o la espontaneidad a la hora de redactar.

Precisamente, los únicos textos no memorísticos que el alumno produce habitualmente son cartas personales, debates orales improvisados y conversaciones distendidas con los amigos. Por eso rechaza la preparación previa y programada de un texto, sin darse cuenta de que el comentario requiere un esquema previo para que dé como fruto un texto completo y coherente. Además, el esquema se convierte en una herramienta fundamental para utilizar el escaso tiempo disponible para esta prueba escrita en la selectividad. La práctica del esquema y del comentario son ejercicios necesarios y útiles para otras muchas pruebas que la vida nos ofrece, como la redacción clara y comprensible de una instancia a la administración, una reclamación por escrito, la defensa de nuestras posiciones e intereses en un conflicto, a la hora de competir por un puesto de trabajo, etc.

7. Dificultades a la hora de utilizar la puntuación y el léxico correctos. Hay una serie de medidas que ayudan a evitar errores lingüísticos y estilísticos:

a. Escribir oraciones cortas y sencillas (recuerda: el punto y seguido es el mejor amigo del que

escribe). No escribir el monstruo oración-párrafo. Tanto “que” y tanto “y” y tanta coma

innecesaria se pueden eliminar y sustituir por un punto y seguido.

b. Colocar una coma solo cuando sea necesario (enumeraciones, apartes, explicaciones a una

palabra, después de la proposición subordinada y antes de la principal) y nunca entre el sujeto y

su verbo, nunca para separar oraciones y nunca porque pensemos que “haya que hacer una

pausa”.

c. Ordenar el texto en párrafos. Cada párrafo, una idea.

d. Cuidar la presencia y legibilidad del texto.

e. No utilizar una palabra porque nos parezca más culta que otra a no ser que tengamos certeza de

que nuestro uso es el correcto

f. No utilizar palabras ni expresiones coloquiales, pues podemos caer en el lenguaje inadecuado,

cuando no vulgar. Si se usa expresiones coloquiales, debe ser excepcionalmente, entre comillas y

con alguna función estilística, como la ironía, la exageración, reducción al absurdo, etc.

g. Evitar la presencia de la primera persona (en mi opinión, yo creo...). Está claro que lo que tú

firmas, es tu opinión.

h. Evitar la segunda persona: “si estudias mucho, tienes más posibilidades de aprobar”. Esta es una

forma de generalización muy coloquial.

i. Para la impersonalidad o la generalización culta, se usa la tercera persona singular y la

impersonal con “se”.

j. Darle la importancia que tienen, mucha, a las tildes.

k. Revisar la ortografía al final de la redacción.

l. Releer el texto escrito cada vez que vayamos a comenzar un párrafo.

m. Leer en voz alta el texto al final de la redacción.

¿CÓMO COMENZAR EL COMENTARIO CRÍTICO?

Un comentario crítico puede adoptar tantas formas como redactores hay, pero para el redactor que empieza lo mejor es dotarle de un modelo o estructura sobre la que vierta sus ideas propias. Pensemos que nuestro texto debe adoptar fundamentalmente la estructura de los textos argumentativos (no nos asustemos, estos son los textos más habituales en nuestros actos comunicativos cotidianos). Por tanto, debemos tener claro qué postura vamos a defender y con qué armas, digo, argumentos. Así pues, lo primero es saber qué queremos decir. Para ello, como dijimos, debemos partir de una lectura crítica y tras ella, tomar una decisión: ¿qué opinión nos merece el texto y qué queremos decir en nuestro comentario? Una vez decidido el destino, “a dónde queremos llegar”, debemos ir elaborando la ruta a seguir: el esquema. Piensa que la elaboración del esquema sirve no solo para ordenar el texto, sino también para que surjan nuevas ideas mientras se confecciona.

Proponemos la siguiente estructura para ordenar el comentario:

1. Introducción: presentación de nuestro objeto de estudio y creación de expectativas.

2. Desarrollo: elaboración de argumentos necesarios para comprender nuestra posición ante el texto

y el tema propuesto.

3. Conclusión: exposición de las ideas fundamentales que queremos defender.

(Opcional) Consecuencias: desde nuestras conclusiones, iremos más allá.

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