sábado, 28 de junio de 2008

UNA APROXIMACIÓN A LA LITERATURA ORAL

Tema apasionante y hermoso que suelo compartir con mis alumnas, ya sea en forma de relatos que les cuento, que les hago leer o que les pido investigar. Hace poco unas chicas de 5to año B, del Colegio "San José" de Ica me señalaron la incongruencia de que nada de esto lo hubiera escrito en mi blog. Es más, como la información la necesitan para un examen, me pidieron que escribiera algo para luego ellas cotejarlo con otras investigaciones. Aquí va mi aporte que, como suelo decir, nunca es del todo original porque a esta alturas de mi vida me he nutrido de tantas lecturas y experiencias, que todo esto ha sido dicho mil veces. Tampoco es una mera copia, porque hay una reelaboración e intercalación de elementos. En fin, manos a la obra:

Función de la literatura oral

Desde la más remota antigüedad el ser humano ha ido guardando en su memoria aquellos relatos dignos de ser recordados y entregados a otros miembros de su tribu, puesto que en cada conglomerado humano había un orador, un relator de los hechos pasados, personas que haciendo uso de la palabra hablada y de la comunicación gestual, han transmitido las costumbres, conocimientos y creencias de sus respectivas sociedades, acopiando múltiples circunstancias y detalles de la vida social, religiosa, económica y política de sus pueblos.

Esta tradición oral surgió espontáneamente en todas las culturas, como uno de las más importantes necesidades de los seres humanos para satisfacer su curiosidad sobre todos aquellos fenómenos que le rodean. La Literatura oral siempre es un vehículo eficaz para afirmar la identidad puesto que proporciona cohesión social y cultural.
Como todo tipo de literatura es portadora de un estilo, de un sello muy particular en su práctica, y una de las características del arte de contar ha sido la inmensa variedad de estilos, los cuales han correspondido a las necesidades muy particulares de cada cultura y cada narrador en su momento histórico.

Características de la literatura oral

Las características más comunes de este tipo de relatos son:
- Pertenecen a un contexto cultural determinado.
- Es transmitida de generación en generación.
- Se ciñe a motivos y técnicas tradicionales.
- Suele ser anónima.
- Presenta variantes debidas a la multiplicidad de transmisores.
- Juega un papel central en el registro de la memoria colectiva.
- Se difunde en espacios públicos o en jornadas laborales y de fiesta familiar

El valor de los narradores

Al interior de las culturas indígenas de la América precolombina las narraciones o historias y aquellos especialistas que las transmitían, fueron considerados como una riqueza de gran importancia. En efecto, antiguamente en las comunidades mapuches, por ejemplo, según cuentan los crónistas, el cuitufe o hueupive, como le llaman al narrador, era tenido en alta estima pues se sabe que había poétas de oficio, los genpin, que recibían de los caciques por los romances que componían para sus fiestas, por cada uno, diez botijas de chicha y un carnero.
Para los indios Pemón (Venezuela) el que sabe cuentos o historias es llamado SAK y nunca se les hará pesado dar hospedaje y alimentación a estos narradores o cuenteros.

Para ser valorado como un digno portador de la palabra, es necesario ser un buen narrador que da vida a un cuento, contar bien una historia en cuanto a la estructuración de la anécdota, los recursos utilizados y con vivacidad, esto implica una preparación rigurosa, y en el caso de la tradición, los cuenteros la recibían de sus padres, o sus mayores como una continuación de la “la costumbre” como le llaman los pueblos mayas a la transmisión del viejo arte de contar de generación a generación.

Los Momentos de la narración

El canto poético, el cuento y la conversación florecen naturalmente y en forma cotidiana en las actividades agropecuarias, domésticas y/o religiosas de diversas comunidades originarias de América y África, ceremonias en las cuales los presentes se sientan en el suelo con las piernas cruzadas, agrupandose alrededor del relator, del cuentero, estos lugares donde la palabra y el gesto fluyen como agua viva, pueden ser tanto al aire libre como cerca de una casa, junto al fuego del hogar, al atardecer o a cualquier hora del día, normalmente acompañada con bebida y tabaco que se convida entre los asistentes.

Entre los mapuches, tanto de Chile como de Argentina, las “contadas” forman parte de la cultura viva, de la vida cotidiana. el relator de historias, habla de pie y muy fuerte, ya que es la creencia aceptada de que asi puede hacerlo mejor, mientras que entre los Pemón (Venezuela), los sabios y ancianos , lo hacen al compás de sus hamacas, en que se mecen.

Para algunos cuenteros de las culturas africanas, entre ellos los Dogón, la narración lleva consigo tal remedo de voces, de gestos, de posturas y de otros elementos declamatorios, que casi equivaldría a una representación teatral, una especie de monólogo, sin dejar de ser tradición oral.

Según los primeros crónistas de los hechos ocurridos en América, al referirse a los mitos y narraciones orales: “…dicen que esas cosas han sido transmitidas…en cantos desde tiempos inmemoriales, y que no es lícito enseñarselos más que a los hijos de los señores. Los aprenden de memoria, pues letras no han tenido jamás, y cantándoselos al pueblo en los días féstivos, los recitan como solemnidades sagradas. Tienen un solo instrumento de madera, cóncavo, resonante, que se percute a modo de un tambor”

Relación entre el narración y narrador

Es una relación muy afectiva podría decirse, como en una gran metáfora, que “el cuento con su seductiva belleza escoge al narrador para ser portador de él y el cuentero escoge al cuento para portarlo”. De ese modo surge la interdependencia, la necesidad del uno con respecto del otro.
Por otra parte, no debe olvidarse que las narraciones tienen sentido por sí mismas, existen en la conciencia y en la mente de la población, lo que les da vida propia, llevan al interior de sus entrañas algo que tienen para decir, todo un mundo de sensaciones; y una sensación, por muy pequeña y discreta que sea, tiene relación con la vida y el mundo, constituyéndose en sabiduría.
Siempre, en todo caso, La narración es viva y no pasajera, el narrador es vivo pero pasajero, efímero, juntos -narración y narrador- comunican y brindan convivencia e identidad.
Esto ocurre porque el narrador es un conquistador de su propia identidad cultural que se sirve del cuento como relator de esa identidad para retornar a las fuentes de sus orígenes.

Para algunas culturas de Amnérica la relación existente entre narración y narrador va más allá del hecho de contar, esta relación tiene implicaciones en la salud y armonía del universo.

Segén los Navajos de sur-oeste de Norteamérica, los cuentos mantienen la armonía del mundo. Sin los cuentos, el universo pierde su equilibrio. Si hay enfermos, los dichos de ciertos cuentos en particular pueden restablecer la salud, no solamente la del individuo víctima, sino también la salud de toda la comunidad.

En las comunidades del pueblo Ixil del norte de Guatemala, el Contador de los Días -persona portadora del conocimiento antiguo- realiza los ritos de las Ceremonias de Madrugada, a fin de devolver la salud a alguno de los miembros de la comunidad y durante la noche de ceremonia, narra historias y mitos de la tradición, para lograr el equilibrio entre el hombre enfermo y el Corazón del Cielo, como preámbulo al tratamiento médico.

Fórmulas de inicio

Los narradorees deben romper la rutina incorporando algunas fórmulas preestablecidas de inicio de la narración, como una manera de cambiar el mundo real por el fantástico que van a narrar. Las fórmulas más usuales (no las únicas) son:
“Érase una vez”, “Había una vez”, “Esta era una vez”, “En los tiempos de Mari Castaña”, “En los tiempos en que las culebran andaban paradas”, “Hace mucho tiempo”, “Érase que era”, “Cuando mi abuelo era joven”, etc.

El estilo

La narración y su estilo tiene mil formas. Pero en términos generales podemos afirmar que existen ciertos principios que de alguna manera u otra están presentes en un buen narrador de historias, sea éste miembro de la tradición o participe de ella en el movimiento de la actualización del cuento:

El narrador hacer suyo el mensaje que quiere hacer pasar a su público, y debe utilizar todos los recursos de su cuerpo y de su voz para expresarlo.

Hablar fuerte, y con oraciones cortas, intercalando a menudo en el texto, silencios, u otro sello personal, como el caso de los Mapuches, que intercalan el verbo PIAM, que opera como una señal de que los oyentes pueden aprovechar la interrupción e intervenir con interjecciones de animación.

En los diálogos, la voz se esfuerza de hacer vivir los personajes y de diferenciarlos. El estilo de la voz puede obedecer a los modelos simbólicos. Tiende a prevalecer la acción por sobre la descripción.

En algunas culturas cuando se hace hablar a uno de los animales relacionados con la muerte como puede ser en Guatemala el búho, por ejemplo, o entre los Dogón del Africa, la hiena, los narradores utilizan una voz nasal, porque la nasalización es considerada como evocación a la muerte, de igual manera puede encontrarse la simbolización de otros aspectos en la voz, de acuerdo al tono, timbre y ritmo.

O en su defecto, un gesto, puede acompañar un enunciado; la expresividad de un término sera subrayado, reforzado por una acción o una expresión de la cara, un gesto puede también reemplazar completamente una frase que se considera muy fuerte, muy terrible de pronunciar.

La gestualización esta ligada a las estructuras narrativas, se dice que el lenguaje corporal y gestual son los tambores de la palabra, los resonadores de la voz, quiere decir, un acompañamiento necesario, como el tambor y la pequeña flauta lo son a los voladores de Papantla en su rito al sol.

En los talleres de iniciación al arte de contar se puede observar que al principio, el participante hace demasiados gestos para una palabra que va muy rápido, o los gestos le faltan a la narración, poco a poco cuando el cuento de prepara, se establece un equilibrio entre los dos, la gestualidad y la palabra.

Libertad del narrador

Es necesario que el narrador sea enteramente libre en la búsqueda de un lenguaje propio del arte de contar para satisfacer así su necesidad de expresión.

Él tiene que hacer lo que desea, como quiera hacerlo, tratando de aportar a la renovación del cuento, no ponerse barreras.

Tomar elementos que le parezcan importantes de diversos lenguajes escénicos, verbales y no-verbales para establecer una comunicación directa con el péblico.

Utilizar la imagen del cuerpo en tanto lenguaje gestual, y su utilización en el espacio para crear universos, un cierto trabajo sobre el ritmo de las palabras y el o los compañeros y sobre todo la música, que proviene de los intrumentos musicales o la sonoridad armónica de la voz producida por las palabras o las onomatopeyas, evitando siempre una narración rígida, cuadrada, hacer de cada evento de narración una puesta en escena artística.
En las tradiciones escénicas de Oriente (China, Japón) se dice que el uso de pies es la base fundamental de la interpretación. Son los pies los que deciden la forma del cuerpo, su posición determina el tono y los matices de la voz.

El narrador tiene que contar las historias con sus pies, utilizar el espacio como un lugar réal o fícticio pero en todo caso como una hoja blanca sobre la cuál él dibuja pasos de actitudes, de rítmos como una danza efímera.

En algunos países como Francia, los narradores cada vez más hacen uso de la técnica, el sonido, las luces, elementos escenográficos, etc. Cuando el narrador está en la posibilidad de hacer uso de diversos lenguajes es bueno hacerlo, porque ellos sugieren cosas que la voz no dice.

En todas las civilizaciones el cuentero ha estado en el ápice del encuentro de muchas artes y los cuenteros o narradores de todos lo géneros se han preocupado de la forma y el ritmo. Ahora la técnica puede ser un compañero de juego con la palabra.

Los narradores son personas que comunican, que transmiten ideas, pensamientos, emociones y hay una diversidad de públicos a los cuales dirigirse, en cafés, parques, escuelas, hospitales, teatros, etc. con los cuales pueden usarse diversos lenguajes escénicos de acuerdo a las características particulares del espacio y del público.

Cuando el narrador y su cuento han llegado a la madurez, se lanzan por primera vez al público. Y el narrador ve nuevas imágenes, siente nuevas emociones y resiente las reacciones en el auditorio. Todos estos elementos tomados en cuenta le permite afinar o rectificar ciertos aspectos del cuento y asi la siguiente…(cada véz que será dicho en público, el cuento se pulirá un poco más,hasta que venga a ser brillante y liso como un joya..

Si en esta étapa, el cuento continúa causando emoción y placer al narrador (y al público, por supuesto), el cuentero no tendrá más la preocupación de la forma, puede dejarla libre al transcurso de su arte, ser enteramente abierto o darlo inmediatamente, que el cuento, puede integrarse con facilidad en su presentación, él puede resplandecer.

La fuerza de las historias y de la oralidad, es el hombre, y es con éste personaje con el que el narrador va. El hombre siempre ha contado historias, y por todos los medios, él siempre contará…

El narrador se interesa antes que todo, en el cuento, la oralidad y la comunicación con el péblico, y no con una forma que entra dentro de una categoría precisa, existen multitud de bésquedas que van en diferentes sentidos, no hay que querer que las cosas sean uniformes.

Fórmulas de Cierre

Cada relato popular presenta unas estructuras fijas de entrada y salida que enmarcan el momento casi mágico de la narración. Las fórmulas de inicio nos transportan al tiempo y lugar en que se sitúan los hechos que se contarán. En cambio, por razones obvias, las fórmulas de cierre intentarán ubicar al oyente en el momento actual. Las más comunes son:
“Pasó por un zapatito roto, para que mañana te cuente otro”
“El gallo cantó y mi cuento se acabó”
“Colorín colorado, este cuento se ha acabado”
“Y fueron felices para siempre”.
“Y si quieres asombrar a todos, no dejes de hablar por los codos”.
“Así fue como me lo dijeron y como me lo contaron, lo cuento”

Los Géneros más comunes de la Literatura Oral

Finalmente, cabe señalar, que los géneros más comunes de este tipo de relatos son:

En la lírica: poesía de juglares y trovadores (medieval), romance histórico, paya (folclore), poesía a lo humano y lo divino (folclore), formas lúdicas y festivas tradicionales (adivinanzas, trabalenguas, cantinelas, brindis, refranes, parabienes, villancicos).
En la Narrativa:Epopeya, cantares de gesta, cuento popular, relato fantástico, mitos, leyendas.
En el drama:teatro popular callejero, autosacramentales (Siglo de Oro).

prof. Miguel Donayre Benites

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