¿Por qué será que nos sentimos solos si estamos rodeados de gente? ¿Por qué será que no comprendemos a nadie y nadie nos comprende?
Porque no saltamos al vacío.
Para contactar verdaderamente al otro tengo que hacerme vulnerable a él y su energía. Y no quiero. Y me da miedo. Y no le encuentro sentido. Y el instinto de conservación manda. Y entonces él y yo seguimos solos.
No es fácil, hay que darle el gobierno al corazón, pensar poco, sentir mucho, olvidarse de lo que me conviene o me puede llegar a pasar si lo hago y saltar.
Al vacío porque es un vacío lleno de dudas e incertidumbres, pero es un vacío en el cual después de caer aterrado unos metros empiezo a caer para arriba como en esa mágica metáfora final del “El caballero de la armadura oxidada” de Robert Fisher y mi vida cambia de nivel porque pude finalmente abrirme al Amor, que - no voy a decir nada nuevo- es la única fuerza transformadora de verdad para cualquiera.
Si trágicamente decido no saltar, voy a estar más tranquilo y más seguro pero voy a seguir solo y el otro también.
El poeta que me acompaña desde adentro o desde arriba o vaya a saber desde donde… me dictó algo para resumir mejor lo aquí planteado.
A OJOS CERRADOS
Voy a cerrar los ojos y forzar
a la mente a soltar el timón,
y en arrojo supremo coronar
como mi Rey, al corazón.
Voy a armar un inviolable desván,
para llenarlo de míseros impostores,
donde hábito y pasado dialogarán,
y futuro y obligación dividirán honores.
Voy a emprender Hoy el camino anhelado,
libre y solo como en un nuevo nacimiento,
de todo que no sea Amor despojado.
Porque se que aunque truene el escarmiento,
y de esta pobre vida sea arrojado,
ese camino……me lleva a Tu lado.
*Joaquín Madero
No hay comentarios:
Publicar un comentario