sábado, 14 de junio de 2008

¿VIVIMOS EN UN MUNDO HONRADO?


Por
Eric Felten

http://www.selecciones.com.mx/content/21498/

Usted va caminando, sumido en sus pensamientos, cuando de repente ve una billetera en el suelo. La recoge. Adentro hay fotos, una o dos credenciales de identificación, y también un fajo de billetes. Surge el dilema. ¿Hace lo correcto? ¿O bien...?

Reader's Digest se propuso descubrir qué haría la gente frente a esta situación, a lo largo y ancho del planeta. Primero en grandes ciudades y pequeñas poblaciones de Estados Unidos; luego en Europa, Asia, Canadá, Australia, Nueva Zelandia y América Latina, los redactores de la revista pusimos la tentación en el camino de confiadas personas. En todo el mundo "perdimos" más de 1100 billeteras para ver cuántas serían devueltas. Cada una contenía hasta 50 dólares en moneda local, junto con un nombre y un número telefónico para que quien la hallara no tuviera problemas al devolverla... suponiendo que quisiera hacerlo. Dejamos las billeteras en aceras y cabinas telefónicas, frente a edificios de oficinas, tiendas de descuento e iglesias, en estacionamientos y restaurantes. Luego nos sentamos a cierta distancia a observar. Los resultados fueron fascinantes.

En total, 44 por ciento de las billeteras fueron tomadas para nunca volver a ser vistas. No obstante, de un país a otro los resultados variaron ampliamente. La medalla de oro a la honestidad corresponde a Noruega y Dinamarca, donde absolutamente todas las billeteras fueron devueltas (¿acaso se molestan los ciudadanos de ambos países en echarle cerrojo a la puerta?). Las naciones escandinavas, en general, hicieron avergonzar al resto del mundo, al igual que Nueva Zelandia y un par de países asiáticos: Corea del Sur y Japón.

En cuanto a México... mala suerte si uno extravía su billetera. De cien billeteras "perdidas" en ese país, sólo 21 regresaron a sus dueños.

¿Qué dice todo esto del carácter humano? Mucho, por lo menos con respecto a quienes se ganaron el halo de la santidad. En cada lugar conversamos con las personas que devolvieron las billeteras para descubrir sus motivaciones. A lo largo y ancho del mundo, a pesar de la diversidad de diversas culturas, todo se redujo a unas cuantas respuestas comunes.

Lo aprendieron en casa

En Weimar, Alemania, la población no se distingue por ser un parangón de la virtud: ocho de cada diez billeteras que dejamos abandonadas desaparecieron. Sin embargo, una fue descubierta por Jacqueline Geier, de ocho años, mientras paseaba en bicicleta. Cuando le mostró el hallazgo a su madre, Ingrid, las dos decidieron de inmediato que no podían quedarse con algo que no era suyo. "En mi infancia atravesamos tiempos difíciles y necesitábamos hasta el último centavo", explicó Ingrid. "Pero mis padres eran muy honestos, y he tratado de criar así a mis tres hijos".

Mary, una niña con vestido floreado rosa, encontró una billetera en una banca de un parque de diversiones de Seattle. Se la llevó corriendo a su padre, Yong Cha, quien se la regresó enseguida. "Debes darle esto a alguien que pueda ayudarte a encontrar a su propietario", dijo él. La niña de nueve años tomó de la mano a su padre y ambos se dirigieron a las oficinas del parque. "La honestidad es lo más importante que debe inculcársele a un niño", dijo Cha.

Pero si el poder del ejemplo es importante, ¿qué conclusión sacar de los siguientes casos? En la distinguida ciudad vacacional de Lausana, en Suiza, una mujer elegantemente vestida, con capa y zapatos de tacón de aguja, caminaba de la mano de su hija. Se inclinó para tomar la billetera. Mientras la niña la miraba en silencio, se embolsó su hallazgo. Nunca volvimos a saber de ella.

Otra billetera fue descubierta por un niño que estaba de compras con su madre y su hermana en Chiang Mai, Tailandia. La mamá se guardó rápidamente la billetera en sus holgados pantalones, tomó a sus hijos y subió de inmediato a un autobús. Y también estuvo el caso de una mujer que estacionó su auto cerca de la entrada al Palacio Fulham, que en el pasado fue la residencia de los obispos de Londres. Su hijo bajó de un brinco del vehículo y recogió la billetera. De regreso en el auto, la mujer la revisó atentamente antes de entrar por las puertas del palacio. Tampoco se puso en contacto con nosotros.

Cuestión de fe

Zulhijah Binti Sahar, una joven de 20 años que atiende un puesto de frutas en Kajang, Malasia, no estaba precisamente haciéndose rica, pero no vaciló ni por un instante. "Como soy musulmana, tengo conciencia de la tentación y de que debo resistirla", comentó.

Al igual que Sahar, muchos de quienes nos devolvieron las billeteras mencionaron sus creencias religiosas. En el vestíbulo del Hospital en Memoria de Chang Gung, en Taipei, dejamos una billetera sobre un teléfono público. H. C. Chiu la encontró y la llevó de inmediato a la mesa de recepción. "Es mi deber hacer buenas obras", dijo Chiu, que es un budista devoto.

Lena Kruchinina, institutriz que vive en la ciudad rusa de Vladimir, se atuvo a uno de los Diez Mandamientos cuando encontró una billetera tirada en el piso de una farmacia. Después de entregársela al farmacéutico, nos explicó: "Hace unos años me la habría quedado, pero he cambiado por completo. Como dice el Decálogo: 'No robarás". Esto no quiere decir que la gente de dedos pegajosos carezca necesariamente de religión. En México, por lo menos dos católicos aparentemente devotos que se guardaron las billeteras se persignaron después de recogerlas y revisar su interior. Seguramente pensaron que el dinero era un regalo del cielo.

Puede pasarle a usted

Una y otra vez, en todo el mundo, las personas a quienes parecía que podría caerles muy bien 50 dólares solían devolver el dinero, mientras que muchos de apariencia acomodada se lo guardaban y desaparecían.

Consideremos el caso de Frasher Hajzeraj, un albanés que escapó de la guerra de Kosovo y trabajaba de camarero en un restaurante suizo. Después de entregarnos la billetera, expresó: "Trabajo todo el día y sé lo arduo que es ganar esta suma".

De hecho, quienes habían sobrevivido a tiempos difíciles parecían responder más frecuentemente con comprensión y una honestidad piadosa. Por ejemplo, cuando encontró una de las billeteras, Shannon Hill era estudiante universitaria en Greensboro, Carolina del Norte; tenía tres empleos para costearse la colegiatura, la alimentación y la renta. Su primer pensamiento fue que sin duda podía hacer buen uso del dinero. Pero luego vio la foto de un bebé en la billetera y cambió de opinión. Había alguien que lo necesitaba más.

Varios de los que devolvieron las billeteras recordaban haber perdido una. Andele Boomsma, un joven con el cabello cortado a lo punk, recogió una billetera en la ciudad holandesa de Leeuwarden. "De niño perdí la cartera en un parque de diversiones", contó. "Nunca me la regresaron".

Quiso evitarle a otro pasar por los mismos problemas.

Pero el ejemplo de comprensión más impresionante fue el de Brian Toothill, un canadiense que encontró una de nuestras billeteras en una cabina telefónica de Saskatoon. "La cartera estaba tirada debajo del teléfono, y pensé que quizá pertenecía a una persona discapacitada que estaba en silla de ruedas", nos dijo. "Esa gente necesita el dinero más que yo, ¿verdad?" Tal vez no. En ese momento, Brian estaba desempleado y, unos minutos antes de entregarnos la billetera, había estado buscando botellas y latas que pudieran reciclarse para conseguir dinero. He ahí un hombre con valores firmes.

Hace un siglo, Oscar Wilde observó que lo único imposible de resistir es la tentación. Tras haber puesto a prueba este axioma, nos alegra decir que Wilde probablemente era un hombre demasiado cínico. Bueno, quizá no tanto, pero el experimento mundial de Reader's Digest comprobó que en más de la mitad de los casos es posible recuperar una billetera perdida. Para el resto, las personas que se guardaron el dinero: ustedes tienen nuestro número telefónico, y nosotros sabemos dónde viven.

Los más honestos

Los menos honestos

Noruega 100%

Holanda 50%

Singapur 90%

Alemania 45%

Australia 70%

Rusia 43%

Japón 70%

Filipinas 40%

Estados Unidos 67%

Italia 35%

China 30%

China 30%

Francia 60%

México 21%

Porcentajes mundiales

Carteras devueltas: 56 %

Carteras desaparecidas: 44 %

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