sábado, 14 de junio de 2008

INTIMIDAD
Humberto Vilchez Vera

Te esperaba
Sí,
Claro que te esperaba.
De la misma manera que se aguarda las caricias furtivas.
Del mismo modo que celebra sus bodas el silencio.

Y te adoraba
Sí,
Como se adora la idea levantada en los hombros.
Y se lleva hasta el punto final de una epopeya.

Con esa intimidad de las estrellas
que confían al alba sus tristezas.
Estabas en mis manos líquidas de ansiedad
Florecida en mi piel, en cada poro.
Convertida en el átomo primero,
Transformada en la célula nerviosa de la vida.
Mucho antes de pensar en Ti,
Ya estabas en mis manos,
En el ignorado sueño de la infancia,
En el cerebro,
En la callada obstinación del hombre
Que se dobla en el sexo
Y te presiente.

Estabas en mí,
Musitando plegarias ancestrales en religiones de besos,
Sacramentada de luz.
Eras un poco piedra, otro poco rosa,
Gota de sangre, trozo de vidrio,
Fiebre del cuerpo, grito del alma.
Llanto del hombre,
Flor y distancia.

Te veo,
Por fin...
Estás recostada en la almohada del tiempo.
Tienes el vientre y la arena.
Y un cuerpo casto y virgen de nuevo.
¿Cuanto tiempo ha pasado?
Dí,
Tres siglos,
Un año,
Un mes,
Un minuto?
El amor es un mono sabio que ni aprendió a restar
Es tan enorme!
Sin embargo hay un día,
Un minuto.

Un segundo;
Un soplo perceptible en la mitad del tiempo!
Ese es vuestro milagro,
Nuestra vida!
El encuentro convertido en hallazgo,
El beso que nunca dimos,
La caricia que aguarda,
Los músculos que esperan,
Las manos que se levantan pequeñas de tanto contenerlo todo.

Ven,
Vamos a vivir.
Ahora.
Ya!
Piensa que no tenemos mucho tiempo para ser lo que somos
Apenas si la simple fugacidad de una estrella.
La ves?
Esta brillando...
Por Ti,
Por Mí,
Para los dos!
Es una estrella errante que nos busca desesperadamente.
Hace cien siglos que sigue nuestros pasos,
Y recién ahora la vemos.
Cuando todo es posible siendo imposible!

Oyes?
Sí,
Es el canto del agua que lava nuestros brazos
Y nos purifica.
Ahora tendremos que ser como niños,
Más que niños.
Dos gotas de agua pura ocultos en la rosa,
En la piedra, en la sangre, en el trozo de vidrio,
En la fiebre del hombre y en el grito del alma!
Y luego? -
No preguntes.
Yo tampoco quiero preguntar.
Para que?

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